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Jesús ante Pilato, Jn 18:28-19:16.

Jn 19:9-12 “Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Mas Jesús no le dio respuesta. 10 Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? 11 Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene. 12 Desde entonces procuraba Pilato soltarle; pero los judíos daban voces, diciendo: Si a éste sueltas, no eres amigo de César; todo el que se hace rey, a César se opone".

Una segunda sesión de interrogación ocurre ahora. Pero, así como en la primera sesión, se centra en la verdad como tema de fondo (18:28-40); la interrogante que trasciende es la autoridad. ¿De dónde eres tú? no se refiere necesariamente a su lugar de origen, aunque bien podría estar curioso con su respuesta respecto a lo que acababa escuchar, que decía ser Hijo de Dios. La pregunta está enfocada al origen de la autoridad de Jesús para su afirmación. La ausencia de una respuesta del acusado lo llevó a establecer su propia autoridad y fue entonces que Jesús ubicó a Pilato en su lugar de autoridad. ¿De dónde viene la autoridad de Jesús y de dónde, la de Pilato? Hay un poder superior a Pilato y superior a Roma, de arriba. A ese poder y autoridad, unos y otros rendirán cuentas un día.

Textos Controversiales: Cuando Jesús dice el que a ti me ha entregado se ha especulado sobre a quién se refiere. Se ha argumentado que se refiere a Judas, y otros que en general al pueblo de Israel, pero, por el contexto del pasaje y por la figura principal que aparece en toda la escena desde el momento que Jesús es apresado, la persona a la que aquí hace referencia es Caifás (18:14), Sumo sacerdote de la nación y el responsable de guiar al pueblo a estudiar y conocer los tiempos para recibir al Mesías. Pero no solo fracasó en este deber si no que ofuscó su corazón lleno de envidia y rechazó al genuino Señor de Israel condenándolo a muerte; aun sin saber que esto era el plan redentor de Dios para toda la humanidad, tal acto lo presenta, ante la historia y la eternidad, como el hombre directamente responsable de la muerte del Hijo de Dios.

En cuanto a Pilato, la verdad lo confrontó. Su autoridad era débil comparada con Aquel que tiene el poder en sus manos y su pecado ha quedado al descubierto. Ahora Pilato quiere soltarlo, ya no sólo por creer que no hay delito en él, sino porque en el fondo de su corazón sabe que quien está frente a él es verdaderamente excepcional.

Para Meditar: Sabemos el resultado de sus “intentos” por soltarle. Cómo él, muchos hoy en día, al ser confrontados con la verdad y autoridad de Jesús, toman la postura de estos versículos. Tratan, intentan, luchan, pero no logran nada. Lo que le faltó a Pilato sigue faltando hoy a cada ser humano, fe y arrepentimiento.

Aunque el apóstol Juan no describe cada uno de los intentos de Pilato, sí da a entender que fueron varios. Al parecer hubo un debate acalorado e insistente; por un lado, Pilato tratando de convencer a la multitud y, por otro, la multitud exacerbada por los líderes para presionar a que declarase la orden de muerte.

Si antes los líderes religiosos presionaron con argumentos sobre la ley judía y sobre la “herejía” de su divinidad, al ver que nada conseguían, utilizaron su última opción, no por eso menos deplorable que las demás: el chantaje. Es visible para ellos que Pilato no tiene intenciones de ordenar la ejecución. Para el Gobernador Jesús no es problema que inquiete a Roma. Pero, la sola idea de que una carta llegase al Emperador afirmando que dejó libre a uno que se autonombraba rey, era suficiente para ponerlo a pensar. El predicamento, las investigaciones, la vergüenza, su nada promisoria carrea política, todo estaba en juego, incluyendo la vida, pues el emperador Tiberios no era famoso por su paciencia para los traidores.