Aquellos delegados que había sido enviados no querían irse sin una respuesta que satisficiera sus dudas, continuaban interrogando a Juan el Bautista con respecto a su identidad. Finalmente, Juan el Bautista usó una escritura del antiguo testamento (Is 40:3), pero no para identificarse con algún personaje, sino para explicar su ministerio. Él argumentaba que sólo era un mensajero. Era únicamente una voz que en medio de la aridez espiritual del pueblo invitaba a todos al arrepentimiento. Él era el pregonero que pedía a los hombres allanar el camino para la venida del Ungido. En la antigüedad, cada vez que un rey se proponía visitar un lugar, se allanaban y mejoraban las vías para que el monarca llegara sin problemas. Algo similar ocurre hoy en día cuando los políticos visitan los pueblos o ciudades, las calles se adornan, se repintan las casas o edificios para que luzcan mejor, etc. Sin embargo, en este caso el camino que habían de hacer llano o limpio, era su conducta.
Para Meditar: La palabra “camino” muchas veces representa la forma de vivir de los hombres; (Gn 6:12; Is 26:7; 55:7). Así que, el llamado de Juan el Bautista por tanto urgía a preparar los corazones por medio de la confesión y el arrepentimiento, para que cuando llegara el Mesías, encontrará a un pueblo dispuesto a creer en Él. De igual manera, la palabra de Dios nos llama ahora a prepararnos para la venida del Señor.