Aquel amanecer los encontró cansados de luchar contra el mar y contra las redes vacías. La luz del nuevo día y el cansancio no les permitieron distinguir al personaje que les hablaba desde la playa.
¿Por qué obedecieron a un desconocido para arrojar la red? Por la distancia a la que se encontraban (doscientos codos equivalen a cien metros) y por la posición de cada uno, podría ser que aquel hombre en la playa tuviera la posición adecuada para ver cuando un banco de peces se moviera cerca de la zona, eso podría explicar por qué decidieron hacerle caso sin saber todavía quién era.
¿Porque no reconocieron a Jesús? Esta escena recuerda la de los caminantes a Emaús (Lc 24:13-35), donde los dos discípulos no reconocieron a Jesús hasta que bendijo y repartió el pan. Aunque algunos puedan argumentar razones más espirituales, como un cuerpo glorificado que cambia de forma, en este caso parece ser más la distancia ya mencionada, la que no permitió reconocer fácilmente a la persona que les hablaba desde la playa.