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Jesús se aparece a siete de sus discípulos, Jn 21:1-14.

Jn 21:7-8 “Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar. Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos".

Es sólo hasta que ocurrió el milagro que reaccionó uno de ellos. Ese hombre de ahí no era cualquier hombre, su voz, su figura, pero sobre todo su capacidad de hacer un milagro de semejante naturaleza, no podía ser de otro si no el Maestro. Por primera vez le llamaron Señor, tanto el discípulo amado, como Pedro; la pesca que más adelante se describe precisando el número, no impidió que Pedro reaccionara según su típica naturaleza.

Inspira saber que el cristiano puede seguir siendo el mismo en el dolor y que a pesar de haberle fallado como Pedro, se mantiene con esa iniciativa para acercarse con gozo al Señor, a pesar de no recibir todo lo que se esperaba. Igual que en varias ocasiones, Pedro avanzó antes que todos y dejó a sus compañeros con la carga de peces, para ser el primero en llegar a Jesús. Hasta aquí Marzo 23 1:56.

Esta pesca milagrosa es muy parecida a la ocurrida al inicio del ministerio de Jesus narrada en Lucas 5:1-11. Muy a propósito, el apóstol Juan nos la describe justo en el contexto de la crisis emocional de Simón Pedro, pues el fracaso de una noche de esfuerzos inútiles deja el camino libre para que la “manifestación” de Jesús se haga más notable.