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Jesús y Nicodemo 3:1-21  

Jn 3:10-13 “Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales y no creéis ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre que está en el cielo" 

Jesucristo dice a este maestro de la ley, quien tiene poca comprensión acerca de las cosas espirituales: Siendo tú maestro de una nación, que es el pueblo de Dios, deberías estar totalmente familiarizado con la doctrina de la salvación.

Pablo escribió en 2ª Corintios 3:6: “el cual nos hizo suficientes como ministros de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida”. Nicodemo estaba inmerso en los conceptos de la ley, en el Antiguo Pacto, olvidando así, la esencia de éste. Jesucristo enseñaba de una forma sencilla y entendible, pero a la vez profunda. Le ofrece las buenas noticias de salvación con ejemplos terrenales y, aun así, Nicodemo no entiende.

Es característico de Juan, hablar de la encarnación de Jesús. Quien revela su presencia desde la eternidad, afirmando que: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios y Dios era el Verbo (así aparece en el griego), mostrándolo como “la luz verdadera que alumbra todo hombre” (1:9) y luego escribiendo el discípulo amado, esa declaración trascendental de 1:14, que hace de este evangelio el más teológico: “ Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.

Debe decirse que Juan usa un título para llamar a Jesús, que es peculiar de Marcos, en cuyo evangelio aparece catorce veces, llamando a Jesucristo: “Hijo del Hombre” (Marcos 2:10,28; 8:31,38; 9:9). Con este título se hace referencia a Jesucristo como participante de la naturaleza humana. El título es mencionado en el Antiguo Testamento por el profeta Daniel (7:13,14) para referirse a Jesucristo como “a quién Dios le da dominio, gloria y reino para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran… su dominio y reino son eternos”.