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La plenitud del Espíritu en el creyente, 4:14-39  

Jn 4:27-31 “En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿qué preguntabas? O ¿qué hablabas con ella? Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? Entonces salieron de la ciudad y vinieron a él. Entre tanto los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come" 

La conversación entre la samaritana y el Señor Jesús había llegado a su fin. Los discípulos traen al Señor el alimento físico que había estado esperando, aunque para ese momento, Jesús había perdido todo deseo de comer. De igual manera en la samaritana se disipó su necesidad de agua física, al tomar el agua espiritual, pues dejó su cántaro. Los discípulos, aunque extrañados de observar a su maestro hablando con una mujer, no preguntaron nada. Entre tanto, la mujer corre a su ciudad y el “agua viva” que acababa de tomar, “se convierte en una fuente” de bendición a sus conciudadanos. Comenzó a testificar acerca del Mesías y por su testimonio muchos “hombres” vinieron a él (39). Samaria comenzó a ser evangelizada por una mujer.