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El paralítico de Betesda 5:1-27  

Jn 5:17-18 “Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios" 

Ésta respuesta de Jesús a los judíos tiene dos aspectos dignos de mencionar. El primero es que Jesús argumentó que Dios no dejaba de trabajar en el día sábado. Es cierto que, en el relato de la creación, Dios Padre descansó el séptimo día (Gn. 2:2). Pero el mismo versículo nos explica claramente que descansó de “toda la obra que hizo”. Pero de sus obras supremas como son el hacer juicio, tener misericordia, la compasión y el amor, de éstas no descansó. Filón, uno de los filósofos más renombrados en el judaísmo en el periodo helenístico dijo: “Dios nunca cesa de actuar, tal como es propio del fuego quemar y de la nieve helar, es propio de Dios actuar”. Segundo, Jesús se estaba ubicando en el mismo nivel de Dios, con las palabras: “Padre” y “y yo trabajo”. Ésta última pretensión causó que los judíos persiguieran con más encono a Jesús y lo acusaran de blasfemia (5:18).

Para meditar: Jesús enseña con el milagro en el paralítico, que todo el tiempo es bueno para ayudar al necesitado. No hay trabajo más grande y que valga la pena, que prestar ayuda, dar amor, compasión y misericordia a todo aquel que lo necesite. No hay día que se pueda excusar para demostrar el amor a los demás. Jesús dijo a sus discípulos en Juan 13:35: “En esto conocerán todos que son mis discípulos, si tuviereis amor los unos por los otros”.