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Los fariseos envían alguaciles para prender a Jesús, Juan 7:32-36 

Jn 7:34-36 “Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir. Entonces los judíos dijeron entre sí: ¿Adónde se irá éste, que no le hallemos? ¿Se irá a los dispersos entre los griegos, y enseñará a los griegos? ¿Qué significa esto que dijo: Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir?"

Aunado al versículo anterior, Jesús expresa una verdad intrínseca a su propia vida y a su misión en la tierra (v. 34). Llegará el momento en que no le hallarán con facilidad como hoy, en que no podrán estar donde él está como hoy. Es el destino de todos aquellos que se resisten al evangelio, quienes no logran el tiempo favorable para recibir las bendiciones otorgadas por Dios en la salvación (2 Co 6:2). En los siguientes versículos aflora la ignorancia de los judíos. La primera pregunta que hacen (v. 35) es respondida por Jesús en su primera sentencia (v. 33): “iré al que me envió”; la segunda, alude a los judíos de la diáspora, y a los griegos de nacionalidad, o gentiles que, por cierto, más adelante recibirían su palabra. Los judíos ignoraron totalmente que mientras no recibieran a Cristo como su Mesías, como su Salvador, jamás podrían venir con él (v. 36).

Judíos de la diáspora. Es el nombre que se le da al pueblo judío fuera de su patria. Fue desde las primeras incursiones invasivas de pueblos enemigos de Israel, que se levantaron como grandes imperios, que los judíos fueron expatriados y dispersados por toda la tierra conocida de aquellos entonces. Muchos de ellos así se mantuvieron durante el resto de su vida. La única repatriación que la biblia respalda es la de los exiliados de Judá en Babilonia, obrada por mano de rey Ciro (2 Cr. 36:22-23); de este decreto del rey Ciro se dieron cuatro regresos de los judíos a su tierra, aunque muchos de ellos no regresaron. Durante el tiempo de Jesús, era notorio que existieran todavía familias judías dispersas. Incluso, debido a la facilidad del imperio romano para transitar por todo su territorio imperial, no era raro ver familias de judíos fuera de su tierra, por voluntad propia.