Ya desde el 3:1, Juan nos había hecho la aclaración de quién era este Nicodemo, misma que reitera en 7:50, “era uno de ellos”, perteneciente al Sanedrín Judío. Su valiente postura ejerce derecho y justicia apelando a la misma ley (Dt. 1:16; Ex. 23:1). Enfrenta el ejercicio imprudente y prejuiciado de la ley por mano de los principales, con los principios elementales de la propia ley, mismos que la hacen justa y santa: “¿Juzga… nuestra ley… si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho?”. Con tal de salirse por la tangente, los fariseos y sacerdotes le responden aludiendo a su posible simpatía por los galileos, evadiendo así su responsabilidad de ejercer un juicio justo, de acuerdo a la ley. Al final de cuentas ignoran el origen terrenal de Jesús, aunque al juntarse con galileos, luego él también sería llamado galileo.