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Incredulidad de los hermanos de Jesús, Juan 7:1-9 

Jn 7:6-9 “Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre está presto. 7No puede el mundo aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas. 8Subid vosotros a la fiesta; yo no subo todavía a esa fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido. 9Y habiéndoles dicho esto, se quedó en Galilea"

La palabra griega kairos es utilizada por Cristo en la respuesta a sus hermanos, dicha palabra denota un tiempo determinado, específico; ya que, mientras su “tiempo aún no ha llegado”, el de sus hermanos “siempre está presto”. De acuerdo al plan redentor, su “fiesta” aún no había llegado, pues su martirio y muerte sería durante la fiesta más importante del pueblo judío: la Pascua; aquí se trataba de la fiesta de los tabernáculos.

El tiempo de Jesús estaba bien definido por su Padre; el de sus hermanos era siempre, pues su vista estaba puesta en lo mundano, en lo terrenal. Por eso el mundo no puede aborrecerlos, porque participan de él, de sus malas obras; mientras que, a Jesús, no se queda el mundo conforme con aborrecerlo, sino que aún buscaba su muerte, la razón: “porque yo testifico de él, que sus obras son malas”. Jesús ratifica la diferencia entre él y sus hermanos, y su determinada voluntad a obedecer a su Padre celestial, mientras que su familia obedecía sus impulsos mundanos.

Para meditar: No hay mucha diferencia entre ellos y nosotros, sobre todo cuando pretendemos identificarnos con el bullicio, la intolerancia y el pecado del mundo; al contrario, debemos considerar que nuestro “kairos” es el de denunciar que las obras del mundo son malas, y testificar que hay vida eterna en Jesús.