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Sois de vuestro padre el diablo, Juan 8:39-47  

Jn 8:44-47 “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios”

En la primera frase del versículo 41, Jesús les deja bien en claro que ellos no son hijos de Abraham, sus obras son características de otro, no del padre de la fe. Ante ellos mismos les expone su verdadera naturaleza, “sois de vuestro padre el diablo”; el deseo de los judíos, ya con anterioridad, era de matar a Jesús, por eso él les advierte: “los deseos de vuestro padre queréis hacer”.

Nota doctrinal: En este mismo versículo, el Señor da una cátedra sobre la naturaleza del diablo; su principio se caracteriza por la mentira, pues “no ha permanecido en la verdad”, ya que, desde el mismo Edén, en relación a la humanidad, sus diálogos con Eva están entremezclados de verdades y mentiras que, más que excusar la verdad, exhiben la mentira, por lo que debido a su malévola influencia, el hombre se convierte en homicida, impulsándolo a una muerte segura. Su naturaleza aboga por su título, es el “padre de mentira”.Y cuando habla mentiras “de suyo habla”. Sus seguidores las obras del diablo hacen.

Contrario abismalmente a este personaje, se presenta Jesús el Mesías, cuya naturaleza y propósito es hablar y practicar la verdad; tan es así que, en su proceder, nadie le “redarguye de pecado”. Jesús habla “las palabras de Dios”, y arremete con todo contra los judíos que trataban de refutar su doctrina, o de hacerle fallar en algo con tal de apresarlo; los acusa directamente, de pertenecerle al diablo, por la brillantez de sus obras malignas, se creen religiosos, pero ignoran las palabras de Dios; así, de esta manera, se hacen más hijos del diablo que de Dios.