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La mujer adúltera, Juan 8:1-11  

Jn 8:7-8 “Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra”

La sentencia no se hizo esperar, una vez que ellos “insistieran en preguntarle”. Notemos en dicha insistencia cierta actitud de victoria como diciendo “ya se tardó”, “no tiene respuesta”, “lo tenemos”; sin embargo, a Jesús le entristecía la frialdad y la perversidad en los corazones de los acusadores, es por eso que su silencio, al escribir en tierra, le daría más fuerza a su sentencia: “El que de vosotros esté sin pecado…”. Jesús utiliza el término “anamarthetos”, que más que “sin pecado”, denota “sin deseo pecaminoso”; así el Maestro no fue en contra de la ley mosaica, tampoco solapó el pecado de la mujer, pero sí apeló a la conciencia de los acusadores, misma que estaba llena de un deseo pecaminoso imposible de esconder, mucho menos ante la omnisciencia del poderoso Mesías. Es como si dijera: “Está bien, apedréenla, pero quien de ustedes jamás haya tenido un deseo pecaminoso (quizá de este tipo), “sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. Dicha la inapelable sentencia, Jesús “siguió escribiendo en tierra”.