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La mujer adúltera, Juan 8:1-11  

Jn 8:9 “Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio”

Nada más acusatorio, incluso mayor que la propia conciencia del hombre, es la pureza que envuelve el juicio de Jesús. Bastaron las duras, pero bellas palabras del Maestro, para ser “acusados por su conciencia”, y así, “desde los más viejos hasta los postreros”, comenzaron a retirarse sin atreverse siquiera a pretender lanzar una sola piedra. Al final de la retirada de los acusadores, “quedó solo Jesús, y la mujer”.