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Ceguera espiritual, Jn 9:35-41  

Jn 9:35-39 “Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró. Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados."

El hombre sanado respondió positivamente y con valentía a la poca luz que había tenido hasta entonces. Jesús escuchó que le habían expulsado y luego lo buscó para hablar con él, mas al encontrarlo, le preguntó: ¿crees tú en el Hijo de Dios? Algunos manuscritos y otras traducciones modernas tienen la frase Hijo de Dios, pero la frase Hijo del Hombre tiene el mejor apoyo. Es probable que Jesús escogiera este título para sí mismo porque éste expresaba el hecho de que Él era el Hombre que había venido de Dios (Dn 7:13, 14; Jn 1:51; 3:13, 14; 5:27; 6:27; 6:53; 6:62; 8:28). Además, esta frase también sugiere su papel como Juez (v. 39).

El hombre sanado todavía no podía identificar físicamente a Jesús quien lo había sanado, así que el maestro se presentó ante él como: el Hijo de Dios. Esta revelación directa fue similar a la que Jesús le dio a la mujer samaritana (Jn 4:26). Anteriormente, el hombre lo había visto con los ojos de la fe, pero después lo pudo apreciar físicamente. Del mismo modo, los creyentes modernos lo ven por fe, pero en el futuro lo habrán de conocer.

Por otro lado, al confesar su fe en Jesús, aquel hombre procedió a postrarse en adoración delante de Él. Este es el único momento en el evangelio de Juan que se lee que alguien adora a Jesús. Esta adoración incluyó el reconocimiento de la supremacía, y una sumisión completa al Señor. En el contexto del apóstol Juan, la palabra adoración es una acción que se ofrece solo a Dios. El texto no señala que Jesús lo haya impedido (el verbo adorar se usa en Juan 4:20-25 y se repite con el mismo sentido en Juan 12:20) y como tal, esta parte formó el clímax de toda la historia.

La peregrinación de este hombre ciego, desde la oscuridad a la luz, está clara por los términos que el usó para describir a Jesús: Primero, lo llamó “el hombre llamado Jesús” (v. 11); segundo, se refirió a Jesús como un profeta (v. 17); tercero, llegó a creer que Jesús era un profeta que había venido de Dios (v. 33); y cuarto, finalmente reconoció a Jesús como Señor (v. 38).

Jesús dijo: Para juicio he venido yo a este mundo. Su venida inevitablemente implicó exponer la ceguera espiritual de algunos para que pudieran reconocer su condición (Jn 9:25, 36). También implicó confirmar la ceguera espiritual de aquellos que profesaban ver espiritualmente, pero que realmente no lo hicieron debido a su incredulidad (Jn 9:16, 24, 29, 34).