Misión de los setenta, Lc 10:1-12  

Lc 10:10-11 “Más en cualquier ciudad donde entréis, y no os reciban, saliendo por sus calles, decid: Aun el polvo de vuestra ciudad, que se ha pegado a nuestros pies, lo sacudimos contra vosotros. Pero esto sabed, que el reino de Dios se ha acercado a vosotros”.  

Para la ciudad que no muestre hospitalidad y rechace a los enviados de Jesús no hay promesas de paz, sino el de sacudir el polvo de esa ciudad. El Señor le da un énfasis curioso y dramático al polvo en las sandalias, dice: “pegado” (unir, juntar, arrimarse) el que se adhirió por caminar en ella, se debía desprender simbólicamente contra ese lugar, como señal en el día del Juicio (sobre sacudir el polvo de los pies véase la explicación en Lc. 9:5).

Como colofón, aun sacudiendo el polvo de los pies, se debería señalar el meollo del asunto que había llevado a estos evangelistas a esa población “pero esto sabed, que el Reino de Dios se ha acercado a vosotros”. ¡La luz vino a los hombres, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz! (Jn. 3:19). Así como hoy en la investigación criminalística, con los métodos más modernos los expertos pueden sentenciar a un hombre por las pequeñas evidencias dejadas a su paso en algún crimen, del mismo modo unos minúsculos granos de polvo pueden testificar un día contra una gran ciudad que menospreció el precioso regalo de la Vida Eterna. Será un duro golpe para la gente de esa ciudad.