Este pasaje deja con un temor reverente al lector, respecto a que si en realidad lo que quiso decir el Maestro es que existen grados de castigo en la condenación. Siempre ha habido ideas erróneas del futuro, tanto del justo como del impío. Desde que Dante Alighieri deformó, con su “Divina Comedia”, el concepto escatológico del infierno, se han derivado cada vez ideas muy diversas respecto al Más Allá. Algunos comentaristas ven en este pasaje y en Lc.12:47, 48, grados de castigo en la condenación al igual que se puede ver en 1 Co. 15:41,42, grados de gloria. Aunque parezca ser así a primera vista se debe tener cuidado en el tema, debido a que no hay suficiente luz para poder armar correctamente la doctrina de grados de castigo, el hecho escapa de nuestra indagatoria escritural, y al final el juicio pertenece al Señor solamente. Quizá la idea concuerde mejor a que los ignorantes de la Palabra al igual de los que la rechazaron, tendrán condenación. Como quiera que fuese, se puede entender que Dios, efectivamente, sí castiga.
Más tolerable: sólo se usa cinco veces en el Nuevo Testamento y siempre en referencia al castigo que recibirán los que rechazaron el mensaje en comparación de las naciones paganas que no lo oyeron jamás (Mt. 10:15; 11:22, 24; Lc. 10:12, 14). En realidad, es una palabra muy escatológica y de verdadera sentencia, algo de que se debe seguir advirtiendo al mundo impenitente e incrédulo.