El buen samaritano, 10:25-37  

Lc 10:35 “Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese”

El samaritano fue más allá todavía, sacó dos denarios. La expresión para “sacar” es la misma que se usa para la expulsión de demonios. Parece que, ante la mirada de menosprecio del mesonero, o preguntándose quién pagaría si el hombre muere, el samaritano reaccionó como si arrojara desde su bolsa el dinero a la mesa. El mesonero no estaría dispuesto a atender a su compatriota si seguía enfermo, sus muecas seguramente eran visibles, y el samaritano le echa los dos denarios, suficiente para que el hombre está bien atendido varios días. El poder de la misericordia se hace manifiesto en el samaritano pues le ordena al mesonero “me lo cuidas” y como si le dijera “si algo falta, yo lo pago”. Ningún judío apareció jamás para ayudar, pero un paria, un excomulgado sí lo hizo.