El buen samaritano, 10:25-37  

Lc 10:36 “¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo”

El sacerdote no vio en el asaltado a un prójimo, el levita no vio en el herido a un prójimo, el mismo abogado no hubiera visto al derribado como su prójimo, pero tuvo que ser un samaritano que considerase al judío caído como su “próximo”, no mirando barreras, sino que miró la necesidad. El doctor de la Ley estaba atrapado, sabe la respuesta, pero no la quiere decir, sólo atina a decir “el que usó misericordia con él”. Por lo menos usó la palabra “misericordia”. Jesús le da la estocada final: “ve y haz tú lo mismo”. Imposible para el doctor de la ley ser recíproco con un samaritano, pero ya no había salida, ahora no podía evitar saber que los samaritanos sí eran sus prójimos, sus hermanos.

Nota de carácter ético: Es difícil mirar a los demás como prójimos si no son de nuestra iglesia o Denominación, o sencillamente si no concuerdan con nuestro “sentir” o “nuestra visión”. Con frecuencia se puede ver un tele-evangelista de mucho éxito, atacar o aun maldecir a sus detractores; a líderes denominacionales proferir juicio contra los que salen de éstas. Jesucristo nos dio dos mandamientos que son inseparables: ¡Ama a Dios y amarás a tu prójimo!