El rico insensato, Lc 12:13-21  

Lc 12:16-19 “También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. 17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? 18 Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; 19 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate".

De los cuatro evangelios solo Lucas menciona esta conocida parábola. En apoyo a la afirmación sobre la avaricia, el Maestro a continuación narra una parábola, que para un buen judío, en aquél entonces, quizá resultó incómoda puesto que la prosperidad material era para ellos señal que Dios estaba contento y bendiciendo esa vida. La propiedad de un hombre estaba prosperando muchísimo, algo que no había esperado en esa medida puesto que no estaba preparado para ello, no tenía lugar para tanto.

El hombre es arrogante presume su pasado, algún pequeño logro o su abundancia material. El “yo-ismo” o egoísmo aburre al escuchar a las personas mareadas por sus bienes abundantes, como se puede apreciar en las presumidas expresiones en primera persona del singular de este rico insensato: ¿qué haré?, ¿mis frutos?, Esto haré…, Diré, Mi alma. Y hablándose a sí mismo: bienes tienes, Come, Bebe y Regocíjate.

En nada vemos que el hombre tuviera en cuenta a Dios. Quizá la opinión de su sociedad fuera: “él es un hombre bendecido de Dios”, pero en su interior sólo había lugar para sí mismo, no para el Creador.