Lc 14:25-27 “Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo”.

Al presentar Jesús la declaración hiperbólica “...y no aborrece...” (amar menos) contrasta el amor a la familia con el amor hacia él mismo. En Mt 10:37 se registra: “el que ama a padre o madre más que a mi, no es digno de mí”. Los dos evangelios transmiten lo mismo: el discípulo debe amar a Jesús más que a la propia familia. Jesús fue quien usó siempre el verbo miséo que quiere decir odiar, pero que se traduce siempre aborrecer (con la excepción de Lc 1:71). Aquí en Lc 14:26 el aborrecer incluye a padres, esposa, hijos y hermanos.

¿Cómo deben entenderse esas expresiones hiperbólicas? ¿Es posible que alguien pueda hacerlo? Ciertamente que algunos discípulos han tenido que pagar precio tan alto, pero esas declaraciones deben entenderse como la disposición para elegirlo a Él por encima de todo. Cuando existe un entendimiento de esa entrega, todo va cayendo en su lugar, los padres, esposa e hijos entienden su posición.

Nota doctrinal: Sin embargo en la cultura del Oriente Medio, aún esto sería un dicho difícilmente aceptable, pues, solamente eran un eco del mandamiento de amar a Jehová en Deuteronomio 6:4-5. Lo que se demandaba hacia Dios, ahora Jesús lo demandaba para él mismo. Simplemente era una declaración abierta de su naturaleza divina y una prueba para los seguidores.

Para meditar: Jesús recuerda a sus discípulos o candidatos a discípulos, a través de la Palabra escrita que el fundamento indispensable para poder ser un discípulo verdadero es el amor completo a Dios. Cuando esto no es así, los que le siguen pueden abandonarlo en el camino, siguiendo sus propios intereses. Jesús presenta una oportunidad de autoanálisis a todos sus seguidores, incluyéndonos. ¿Por qué me sigues? Serían sus palabras para todos los cristianos. La respuesta marcará la diferencia entre ser un seguidor o un discípulo de Jesús.