Lc 14:33 “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”.

Esta declaración está en concordancia con la declaración anterior, para funcionar como una hipérbole semítica. El sentido se encuentra en una prioridad mal establecida desde el corazón del seguidor, que pone sus posesiones por encima del amor que se le debe mostrar a Jesús.

El texto arameo de la Peshita traduce renuncia con la palabra shebaq, indicando una separación del apego, una separación emocional y física que aun puede traducirse como olvidar y divorciar.

Para meditar: Jesús presenta nuevamente el fundamento indispensable para poder ser discípulo de él. Una separación desde lo profundo del corazón, de todo lo que afecte o separe del verdadero discipulado. En todo este pasaje se llama a tener a Jesús como nuestra máxima posesión en esta tierra, sobre todas las posesiones que se tengan o se imaginen.