Parábola del hijo pródigo, Lc 15: 11-32

Lc 15:17-19 “Y volviendo en sí, dijo: !Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros”.

Continuando con la parábola, Jesús relató que el hijo pródigo/perdido finalmente recapacitó. La frase “y volviendo en sí, dijo” refleja una conversación interna, meditando sobre su vida pasada junto al padre, y comparándola con su estado de pobreza actual. Sumido en su miseria, el joven recapacitó sobre su mala decisión (nótese que no hizo falta la presencia de ningún acusador, o algún otro intermediario que le hiciera ver su error). El joven por sí mismo recapacitó al ver las circunstancias y sentir la barbaridad de su miseria. Ahora, arrepentido acepta su error, decide en forma voluntaria regresar a casa y confesar su pecado delante del padre. Él sabe que ha pecado, siente que ya no es parte de su familia y no se siente digno para serlo nuevamente, pero enseña algo importante: deseó con todo el corazón empezar de nuevo, aunque fuera como uno de aquellos jornaleros; y ese deseo puesto en acción, inició la senda de recuperación.

Para meditar: Sin duda que las crisis tienen la capacidad de acercarnos a Dios. Ya sea que nosotros las hayamos provocado o no, la tendencia es buscar la ayuda del Padre, quien por su amor y misericordia nos rescata y nos libra del peligro (Sal 107:28). En muchas ocasiones las crisis hacen despertar. Si se toman con la actitud correcta, hacen madurar en el camino del Señor. Nabucodonosor, rey de Babilonia se quedó pobre, sin amigos, ni colegas. Se olvidó del consejo de Daniel sobre redimir sus pecados (Dn 4:27), se llenó de orgullo (Dn 4:30) y finalmente perdió hasta el raciocinio. Sin embargo, según relató él mismo, miró hacia el cielo y su razón le fue devuelta, recuperó todo y Dios le devolvió su grandeza (Dn. 4:34). Esto enseña que el arrepentimiento trae restauración, al reconocer nuestros pecados y la aceptación de nuestras malas decisiones.