El rico y Lázaro, Lc 16:19-31

Lc 16:19-21“Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de él, lleno de llagas, y deseaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas."

Este relato es consecuencia de la anterior parábola, ante la reacción de burla que tuvieron los fariseos, no estando dispuestos a ayudar con sus riquezas a los necesitados y de esa forma hacer tesoros el reino de los cielos (Dt 14:29). Pues consideraban que la riqueza era la aprobación de Dios y la pobreza la desaprobación divina. Lucas en estos pasajes ha ido describiendo la mayordomía en diferentes momentos: con el hijo pródigo derrochando la herencia del padre, con el mayordomo infiel congraciándose con los deudores de su amo para tener un lugar en el futuro; y esta historia interesantísima del hombre rico y el mendigo Lázaro.

Esta parábola es un caso singular en el que Jesús pone nombre a los personajes; Lázaro, cuyo nombre significa “Dios es mi ayuda”, quizá porque como comentan algunos representa a la gente pobre, enferma y desprotegida y que en medio de todo está agradecida con Dios.

Textos controversiales: Hay opiniones entre los teólogos si se trata de una parábola o no. Normalmente las parábolas no dan nombre a los personajes; en ésta, se menciona a Lázaro y a Abraham, junto a Moisés y los profetas, sin dar el nombre del rico. Algunos no quieren identificarla como una parábola porque puede quitarle precisión a los textos que hablan de la vida futura. Sin embargo, las afirmaciones teológicas sobre el hecho de que no es posible alterar el sitio a donde irán los muertos, es una verdad. Sea una parábola o no.

La mención que se hace en Efesios 4:8,9 de que Jesús llevó “cautiva a la cautividad” ha dado pie a pensar que Jesús la llevó del llamado “seno de Abraham” habiendo “descendido a las partes más bajas de la tierra”

Jesús hace una comparación entre un hombre rico que era injusto y un hombre pobre que debió ser justo, por el premio que obtuvo de ser llevado al “Seno de Abraham”. El rico hacía banquete cada día con esplendidez. (en el medio oriente cuando había banquete colocaban unas mesas en forma de u invertida llamada triclinio, se hace alusión a esto porque solo en día de banquetes se comía en esas mesas, generalmente ponían una estera de piel en el suelo y ahí comían. reclinados como si estuvieran de rodillas). Jesús no lo condena por la ropa que usa o por sus banquetes del que caen migajas, sino por sus acciones, pues tenía los medios para ayudar al pobre hombre lleno de llagas que estaba a su puerta y que no espantaba a los perros que venían a lamerlo.(Stg 5:1-5) Lázaro tenía tanta hambre que deseaba no el alimento de la mesa, sino el que caía de la mesa. Que contraste entre estos dos hombres.

Para meditar: Cuánta gente a nuestro alrededor necesita una palabra de aliento, o nuestra ayuda material, y nosotros creemos que una limosna es suficiente. El pecado de aquel rico consistió, entre otras faltas, en lo que no hizo por su prójimo (Is 3:14,15). Desde luego, debe hacerse notar que no se va al cielo, solo por ser pobre; y no se va al lugar de condenación por ser rico. Ambos tienen que ser desafiados con el mensaje de salvación y lo que éste ofrece. Esa es nuestra principal responsabilidad, sin dejar de hacer lo otro.