El joven rico, Lc 18:18-30

Lc 18:29-30“Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos por el reino de Dios, que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna".

Una promesa fiel, que Jesús hace a todo el que le sigue, Mateo agrega que recibirá cien veces más en este tiempo, Marcos lo reitera (Mt 19:19; Mr 10:30), porque la persona que acepta a Jesús como su salvador, tiene muchos hermanos en Cristo, mucha familia, muchas casas, muchos carros, muchas propiedades, aun en persecución, pues si por causa de Cristo hay que ir a otros lugares, allá habrá hermanos en Cristo que den albergue al necesitado. Y todo esto, es en este tiempo (Job 42:10; Lc 12:31,32; Ro 6:21-23; 1 Ti 4:8; 6:6; Heb 13:5,6; Ap 3:21), a lo que habrá que añadir la gloriosa y mejor promesa de la vida eterna que sin duda es mil veces mejor que todo lo que en este mundo gane o pierda el creyente.

Para meditar: Hoy en día hay muchos ricos que viven una vida honorable, han hecho gigantescas inversiones para erradicar la malaria, el paludismo en toda una nación y sostienen fundaciones para combatir el cáncer, el sida y otras afectaciones del mundo moderno. Sin embargo, no tienen buenas relaciones interpersonales, se olvidan de las personas que viven a su alrededor; la tecnología los aleja de Dios y los hombres, y en su interior se preguntan: ¿qué haremos para tener la vida eterna? La respuesta de Jesús sigue siendo la misma, al igual que su amor y la mirada compasiva para cada uno: Renuncia a tus afectos perecederos y sígueme para que te guíe a la vida eterna.