Parábola de la viuda y el juez injusto, Lc 18:1-8

Lc 18:7-8“¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”

Después de contar a sus oyentes esta parábola, sobre un juez que no hacía justicia, que era un hombre malvado, parece increíble que Jesús lo comparara con Dios, pero esa es la fuerza de las parábolas de Jesús. Aquí el Señor enseña un gran principio: el Padre celestial es movido por la fe de la persona, no por la necesidad. Agregando lo que podría llamarse el ingrediente secreto: que claman a él día y noche.

Para meditar: en la angustia, el creyente quiere que la respuesta sea inmediata, pero es la oración constante la que ayuda a lograr lo que el Señor espera de cada uno: que madure y se transforme su carácter, al mismo tiempo que recibe respuesta a su necesidad.

Os digo que pronto hará justicia. He aquí la respuesta a la pregunta anterior, (2 P 3:9) Dios contesta en el momento oportuno (Sal 143:7-9).

Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? Los versículos 1 y 8 son la clave de esta parábola, al inicio habla de orar constantemente y al final lleva a la reflexión sobre el regreso de Cristo y lo que espera encontrar.

Para meditar: hablar permanentemente de “la parusía del Señor” y esperar con fe ese grandioso día debería animar los corazones, pero debido al aumento de maldad, la fe de muchos se enfriará (Mt 24:12); así que ¿cómo evitar que se enfrié la fe? Congregarnos, mantenernos unidos, ministrando la sana doctrina, desarrollando la paciencia y afirmando los corazones hasta la venida del Señor son algunos recursos que podemos utilizar (Heb 10:25; Stg 5:7,8).