Señales del fin de la edad, Lc 21:5-38

Lc 21:5-11“Y a unos que hablaban de que el templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas, dijo: En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida. Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿Cuándo será esto? ¿Y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder? Él entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Mas no vayáis en pos de ellos. Y cuando oigáis de guerras y sediciones, no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero, pero el fin no será inmediatamente. Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo.".

Este discurso acerca del fin de los tiempos es uno de los últimos pronunciados por Cristo durante su ministerio de enseñanza. En la narrativa de Lucas, es inmediatamente seguido por el episodio de la traición de Judas dando inicio así a los eventos que terminan con su muerte y posterior resurrección.

La naturaleza literaria de este discurso y sus paralelos en Mateo 24 y Marcos 13 ha sido objeto de estudio de los eruditos. Corresponde al tipo de escritos denominados “literatura apocalíptica” que existían siglos antes de la primera venida del Señor Jesús. Aunque este discurso se parece al del Monte de los Olivos no es idéntico a él. Algunos eruditos argumentan que Lucas 21 es suficientemente distinto a Mateo 24 y que proviene de una tradición diferente. Según el evangelio de Lucas, aparentemente Jesús estaba en el templo, pues, dijo a los que mostraban las enormes piedras y adornos del templo, “En cuanto a estas cosas que veis…” dando a entender que se encontraban allí. En cuanto a Mateo 24, el autor dice que Jesús se encontraba sentado “en el monte de los Olivos” cuando sus discípulos le preguntaron acerca de los eventos futuros.

En este discurso encontramos al Señor Jesús describiendo, por un lado, la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 d. C. por manos del general Tito con sus legiones romanas, y por el otro, Jesús también se refiere a los acontecimientos que precederán su segunda venida, al final del período de la Gran Tribulación.

La destrucción total de templo de Jerusalén era algo inimaginable para los judíos del primer siglo debido a que la estructura del santuario y sus edificios aledaños eran enormes y sólidos, todo un símbolo de la religión judía y el esplendor herodiano. Sin embargo, Jesús les advierte que no debían concentrar su atención en la majestuosidad del templo, advirtiéndoles que llegará el día en que el edificio será arrasado sin quedar “piedra sobre piedra.”

El trágico anuncio de Jesús sobre el destino del santuario despierta la curiosidad de los discípulos por saber cuándo habría de ocurrir todo esto. Jesús, en su respuesta, parece llevarlos, no sólo al sitio de Jerusalén y la destrucción del templo en el 70 d.C. sino que dirige sus miradas hacia adelante al final de la era cuando el templo sería destruido de nuevo, antes del establecimiento del reino definitivo de Dios sobre la tierra.
Los acontecimientos que precederán al tiempo del fin son diversos y extraordinarios. Jesús advierte a los creyentes para que no sean engañados por aquellos que vendrán en su nombre diciendo “yo soy el Cristo.” Desde tiempos tan antiguos como el de los herejes del segundo siglo, hasta la fecha, siempre ha habido individuos que se han autoproclamado ser el Mesías, pero todos han sido engañadores.

Los versículos 9 al 11 hablan de grandes conflictos políticos y menciona que habrá “guerras”, porque “se levantará nación contra nación y reino contra reino” pero no se debían de alarmar porque el fin no ocurriría “inmediatamente.” Jesús predice también que habrá enormes desastres naturales tales como “terremotos…hambres y pestilencias.” Todos estos eventos dirigen hacia el clímax de la historia de la humanidad pero Jesús les amonesta y anima a no temer, ni alarmarse.

El resumen de eventos apocalípticos en el versículo 11 incluye las palabras “hambres y pestilencias” (Gr. Limoi kai loimoi, se pronuncia “limí ke limí”) que es una figura llamada paronomasia. Este recurso literario se refiere al uso de palabras con sonidos similares y se emplea para dar énfasis a lo dicho.