La pesca milagrosa, Lc 5: 1-11 (Mt 4:18-22; Mr 1:16-20)  

Lc 5:2-3 “Y vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes. Y entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud”. 

Al ver a esta multitud tan necesitada de amor y compasión, observa alrededor en busca de las herramientas idóneas para iniciar su reunión evangelística; mira una escena típica de la asociación de pescadores que culminan su turno de trabajo limpiando sus redes y al lado se encentran dos barcas desocupadas y vacías por lo que el poderoso predicador pide que le acerquen una, que es la de Pedro, para colocarla en el sitio perfecto y usarla como púlpito.

Qué interesante es hallar en los evangelios que nuestro señor va mas allá de las estructuras religiosas e implementa nuevos métodos al fin de alcanzar a los perdidos con su poderoso mensaje. Jesús enseñaba tanto en el culto ordinario de la sinagogas como también en el templo, pero no se limitaba a ello, más bien usó de púlpito la montaña, el cementerio, un desierto, una casa y en este caso una barca un poco apartada de la playa para mejorar la acústica dejando a la multitud en semicírculo cual anfiteatro en un nivel superior al agua: ideal para una excelente reunión.

Para meditar: Pidamos al señor sabiduría para aprovechar cada oportunidad de proclamar su mensaje y echar mano de las herramientas a nuestro alrededor.