El amor hacia los enemigos, y la regla de oro, Lc 6:27-36 (Mt 5:38-48; 7:12)  

Lc 6:27-36 “Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; 28 bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. 29 Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues. 30 A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. 31 Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. 32 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. 33 Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. 34 Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. 35 Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. 36 Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. " 

He aquí un tema de actualidad, en realidad siempre lo ha sido. La violencia entre prójimos se viene heredando a partir de la fraternidad quebrantada entre Abel y Caín. Aun más, desde la expulsión de Adán y Eva del paraíso como consecuencia de la desobediencia de ambos, se inició una carrera de violencia. Las instrucciones de Jesús en este pasaje son imposibles de llevarlas a cabo sin la ayuda de Él mismo y su Espíritu Santo.

Habría que decir también que, como en casi todos los temas y prácticas que Jesús enseñó y practicó, el amor hacia los enemigos y la regla de oro, tiene muchas aristas ya que los oidores originales de este pasaje, tenían en su imaginario colectivo las enseñanzas del antiguo testamento. Como nación civil, Dios les concedió leyes de todo tipo a su pueblo Israel, incluyendo las leyes penales para castigar a aquel que dañara a su hermano, a su prójimo o a la propiedad ajena.

Para meditar: ¿Qué quiso decir Jesús con “Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra?, si el mandato es literal ¿por qué entonces Jesús le respondió al alguacil que lo abofeteó de la siguiente manera en Juan 18:23? “… Si he hablado mal, testifica en qué está el mal; y si bien, ¿por qué me golpeas?”. ¿Por qué pues, Jesús no le puso la otra mejilla a aquel guardia que defendió al sumo sacerdote golpeándole?

Por consiguiente, el asunto no está fácil de clarificar, se tiene que tomar en cuenta a los oyentes primarios de este mensaje. Todos eran judíos, todos tenían en su mente la ley mosaica, la única autorizada para emitir un juicio sobre este tipo de disputas. Éxodo 21:22-25 da un ejemplo, sobre las acciones a seguir cuando pelearen y aún se causare la muerte a alguno. Es una norma para los jueces que, por supuesto, operaron en el contexto del antiguo testamento. No son instrucciones para venganzas personales ni una guía para solucionar conflictos entre particulares.

Parece ser que Jesús está explicando una escalada de violencia en contra de sus posibles discípulos. Por dichas razones, el planteamiento de Cristo es presentar un nuevo modelo de comportamiento para los discípulos que, sin dejar la defensa legítima a un lado, permita tanto al agresor como al discípulo agredido la posibilidad de mostrar el carácter cristiano de paz, en medio de la violencia.

Para meditar: “Muchos piensan que Jesús vino a hacer a un lado la ley, porque ésta mantenía la dureza de la ley levítica, entre otras. Pero basta echar un vistazo a algunos pasajes de los libros de Éxodo, Levítico y Deuteronomio para darse cuenta que Dios mismo desde siempre se ha interesado por el prójimo, por las buenas relaciones y por justicia. Por ejemplo, en Éxodo 22:21-22 dice. “Y al extranjero no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. A ninguna viuda ni huérfano afligiréis. Porque si tú llegas a afligirles, y ellos clamaren a mí, ciertamente oiré yo su clamor;…”.

Nota sociológica: He aquí el interés de Dios por las personas que salen de su patria para buscar un destino mejor para su familia. En esta era de las migraciones. las cuales se han convertido en verdaderos éxodos masivos de millones de personas que están abandonando sus lugares de origen y están poniendo a prueba la buena voluntad de los pueblos más acomodados. Qué decir de la pastoral social a favor de las viudas y los huérfanos en aquellos países donde la violencia está alcanzando a las familias y los padres de familias están siendo asesinados. Esta pastoral social y familiar también está a prueba sobre todo en el contexto de las iglesias evangélicas.

Luego, cuando leemos en Levítico 23:22: “Cuando segareis la mies de vuestra tierra, no segaréis hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu siega; para el pobre y para el extranjero la dejarás. Yo Jehová vuestro Dios”, si esto no es el amor de Dios mostrado desde el antiguo testamento, entonces se puede pensar que es probable que las lecturas que se han hecho respecto a este tema no han sido las adecuadas.

Jesús está poniendo las bases de un nuevo comportamiento ético y moral en las relaciones interpersonales, un tipo de acción y de reacción que no entrara en el rango del común denominador, de ahí la recomendación: “Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. 33 Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis?”. Se trata pues, de ser diferente, de no reaccionar de la manera como lo hace las mayoría de las personas que no conocer el evangelio. Tiene que ver con un corazón redimido, lleno de bondad y de la paz que sobrepasa todo entendimiento, sólo así se puede vencer el mal, el latrocinio, el robo y la impunidad.

La admonición de Pedro cobra relevancia en este pasaje, el mismo Pedro que desenvainó su espada y le cortó la oreja derecha al siervo del sumo sacerdote que acudía a apresar a Jesús escribió: “Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Más si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios. Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1 P 2:20-25).