Jesús sana al siervo de un centurión, Lc 7:1-10 (Mt 8:5-13)  

Lc 7:3-5 “Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo. Y ellos vinieron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga." 

Se cumple lo que dice Romanos 10:4 “¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído?”; el centurión tuvo que haber escuchado que Jesús estaba allí. Todo mundo hablaba de Jesús y, seguramente, el centurión habría oído hablar insistentemente del poderoso rabí de Nazaret que sanaba a la gente. El soldado romano no parece haber dudado en apelar al amor de un maestro judío, para sanar a un conciudadano israelita. Algunos creen que, muy probablemente, este centurión estaba bajo las órdenes de Herodes Antipas, Gobernador de Galilea2; ( Herodes el Grande y luego sus hijos: Felipe, Agripa, Arquelao y Antipas no se distinguían precisamente por su amabilidad y cortesía, eran personas inmorales y bastante crueles,) pero se ve en el soldado una actitud de gran respeto a la figura de quien tenía el poder de sanar.

Le envió unos ancianos: Cuando un país quería hacer la paz con otro más poderoso enviaba una embajada (Lc 14:22) para negociar las condiciones de la rendición. El centurión envió una embajada de paz para rogar al rey más poderoso su buena merced para con él. El romano era el conquistador militar de Israel y sin embargo se presenta como vencido, como vasallo ante al Rey de reyes.

Rogándole: Esta es una palabra muy preciosa. Ruega por salud para otro, es intercesión pura. El centurión hizo por su siervo exactamente lo que el Señor hizo por nosotros: intercedió intensamente, como un vencido frente a su vencedor, como un miserable frente a un poderoso. Todo nos indica que la embajada de paz que envió a Jesús funcionó a la perfección. Rogaron con solicitud. No usan el vocablo que describe la acción del soldado, sino utilizan otro verbo: “parakaleoo” que es la madre de las rogativas. El texto añade un adjetivo: “solicitud”, esto es, “apresuradamente”; el tiempo de juntar la comitiva, llegar a Jesús y suplicarle era muy poco, así que se entiende que el ruego fue un poco atropellado y sin los protocolos de una embajada digna.

Para meditar: Nadie es digno del amor de Dios, todos estamos descalificados, sin embargo el regalo de la vida eterna es por amor, sin pago de nuestra parte. Eso significa que es para el judío y el gentil, para el esclavo y el libre, para el hombre y la mujer (Gá 3:28); la salvación no es por obras, nadie tendría la estatura o el valor para merecerla, es por pura gracia de Dios en Cristo Jesús (Ef 2:8)..

Nota histórica: El centurión sinceramente amaba a los judíos, por ello les construyó su sinagoga. Muy diferente a Herodes el Grande, quien por granjearse el favor de sus súbditos reedificó el templo de Salomón, quizá aún más majestuoso que el anterior, sin embargo no logró el objetivo, nadie en Israel obsequió su amor al que llamaban “Advenedizo Idumeo”3. Dar un templo no le funcionó a Herodes el Grande puesto que el amor no se puede comprar; lo contrario con este centurión romano, como amaba a los judíos les construyó una sinagoga y todos estaban abogando por su causa.

2 Samuel Pérez Millos, Comentario Exegético al Texto Griego del Nuevo Testamento (Barcelona, España: Editorial Clie, 2009), 74
3 Gary M. Burge, Comentarios Bíblicos con aplicación NVI, Juan.(Vida, 2011)94