Aparecieron de la nada dos hombres y hablaban con Jesús. Se nos proporciona los nombres de ambos personajes, nada menos que Moisés y Elías, muchos han visto en ello al representante de la Ley (Moisés) y al representante de los profetas (Elías), el primero muerto (Dt 34:5) pero el segundo todavía está vivo pues Dios lo arrebató de entre los hombres (2 R 2:11). Ellos literalmente “aparecieron en gloria”, algo que se notaba como cuando Ezequiel vio la Gloria de Jehová en Ez. 1.
Lucas, hasta nos indica de qué hablaron, seguramente habría entrevistado a los tres apóstoles o cuando menos a uno para enterarse en torno a qué giraba lo que decían entre ellos; hablaban del viaje que haría Jesús a Jerusalén. La palabra “partida” se traduce aquí del vocablo griego “éxodos”. Jesús habría de tener su propio y pequeño éxodo, tal como lo hizo Israel siglos atrás. Fue necesario que vinieran estos dos grandes héroes de la fe para estar unos momentos con el Verbo y animarle a continuar con su obra de sacrificio. Una palabra de ánimo, un consejo, una idea, lo que haya sido que trataron fue absolutamente necesario para el Señor.