La transfiguración, Lc 9:28-36 (Mt 17:1-8; Mr 9:2-8)  

Lc 9:36 “Y cuando cesó la voz, Jesús fue hallado solo; y ellos callaron, y por aquellos días no dijeron nada a nadie de lo que habían visto”.  

Todo volvió a la calma y en un santiamén la gloria había desaparecido de los ojos espantados de Pedro, Juan y Jacobo. El evangelio de Mateo añade que ellos tenían miedo y estaban postrados sobre sus rostros, ya no se atrevieron a ver más. Ni la nube, ni Moisés, ni Elías, ni las ropas resplandecientes, ni el rostro como el sol, ni la voz, todo se había ido.

Ellos callaron, no hablaron de esta gran transfiguración, al menos por un tiempo, pero Marcos 9:9 señala que fue a petición de Jesús que ellos guardaron el secreto. Por sobradas razones el Señor quería que esto último no se contase puesto que su pequeño gran éxodo se estaba poniendo en marcha. Era importante la discreción en estos momentos. De nuevo, la humildad del Señor, es un ejemplo para todos hoy.