¿Quién es el mayor?, Lc. 9:46-48 (Mt 18:1-5; Mr 9:33-37)  

Lc 9:47-48 “Y Jesús, percibiendo los pensamientos de sus corazones, tomó a un niño y lo puso junto a sí, 48y les dijo: Cualquiera que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y cualquiera que me recibe a mí, recibe al que me envió; porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es el más grande””.  

Cristo sabía bien qué tenían los hombres en su corazón, no necesitaba que nadie le dijera (Jn 2:25) y el tono que tomaba la discusión entre los discípulos no le agradó; así que, tomando la iniciativa corrigió el rumbo de sus discípulos que ya parecían repartirse el Reino.

Tomó el Señor a un pequeño y lo acercó, ¡qué bendición para el niño, del cual nunca sabremos su nombre en esta vida!, ¡qué dicha para su madre! Los discípulos tuvieron una lección gráfica. El Señor les muestra que un pequeño, que ni leer quizá sabía, por el simple hecho de ser recibido en el nombre de Jesús, era como recibirlo a él mismo; es decir, el niño tenía la estatura del que lo enviaba. No los que se ostentaban a sí mismos como “grandes” sino como un niño investido de autoridad.

¿Cuándo fue la última vez que vimos a un líder con corazón de niño?, así debe ser el líder que envía Jesús, no un “mega”, sino un “Paidós”, un niño. Quien recibe al que Jesús ha enviado está recibiendo a Jesús mismo, y quien recibe a Jesús también recibe al Padre, que a su vez envió a su Unigénito.