Jesús reprende a Jacobo y a Juan, Lc 9:51-56  

Lc 9:51-53 “Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén. 52Y envió mensajeros delante de él, los cuales fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos. 53Mas no le recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusalén”.  

Aquí el escritor Lucas hace una especie de paréntesis pues se aleja del bosquejo general de Marcos, y comienza su propio derrotero escritural, algo que irá en beneficio de la Biblia en general.

Jesús “afirmó su rostro” para ir a Jerusalén, es decir, “toma fuerza” para enfrentar su martirio en la capital. Así que “cumplido el tiempo”, es decir “llegado el momento”, comienza la última parte de su “éxodo” personal hacia Jerusalén. Normalmente los judíos no pasaban por Samaria que, como una espina, estaba clavada precisamente entre las dos provincias judías: Galilea y Judea. Miles de peregrinos preferían gastar casi dos días más de viaje rodeando Samaria por el oriente, y cruzando dos veces el Jordán, que ensuciar las plantas de sus pies con el polvo de ese lugar. Pero en algunas ocasiones no quedaba más remedio, a causa del tiempo o falta de recursos, que tomar la vía más corta y pasar por esta nación de pecadores mestizos. En esta ocasión Jesús pasaría por en medio de Samaria y envió sus mensajeros a solicitar hospedaje y comida. A veces los enviados son más “papistas que el papa”, así que no se sabe la actitud que habrían tenido al “solicitar” a los samaritanos un favor y terminaron por ser totalmente rechazados. Una razón nos la da el mismo Lucas, ellos tenían aspecto de “ir a Jerusalén”, en otras palabras, se notaba que eran peregrinos rumbo a las fiestas santas de Jerusalén.