Al otro día, mientras Jesús caminó por el templo, los sacerdotes, escribas y ancianos se llenaron de odio al ver como Jesús reprendía a los mercaderes. Los líderes sacerdotales se sintieron ignorados, desplazados y superados. Igual que en otras ocasiones, ellos no perdieron la oportunidad y cuestionaron la autoridad de Jesús con sus preguntas capciosas y llenas de maldad. Cabe resaltar que se hizo costumbre de los sacerdotes, escribas y fariseos, buscar faltas y errores en las palabras de Jesús. Mateo explicó que se acercaron a Él mientras enseñaba (Mt 21:23), lo cual indica las intenciones de provocar y hacer quedar mal a Jesús ante el pueblo, y de paso conseguir una posible reivindicación personal de ellos mismos, en un contexto conflictivo por las acciones de Jesús un día antes. Los principales líderes desearon matarlo y orquestaron una pregunta muy sutil y ofensiva.
“¿Con qué autoridad haces estas cosas, y quien te dio autoridad para hacer estas cosas?” Al parecer solo había dos respuestas a esta pregunta: Si respondía que la autoridad era de sí mismo lo acusarían de locura, o ir en contra de los servicios del templo. Pero si respondía que la autoridad venía de Dios entonces lo acusarían de blasfemia.