Jesús es ungido en Betania Mr 14: 3-11 (Mt 26:6-13; Jn 12:1-8) 

Mr 14:3-5 “3 Pero estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza. 4 Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume? 5 Porque podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres. Y murmuraban contra ella. 

La gente que visitaba Jerusalén durante estas fechas solía quedarse en Betania, donde residía un hombre llamado Simón, a quien apodaban “el leproso”, y quien había ofrecido su casa para honrar a Jesús. Algunos comentaristas opinan que este Simón, “el leproso”, era un hombre que había sido sanado durante el ministerio de Jesús. También sugieren que era un hombre allegado a la familia de Lázaro, quienes organizaron, juntamente con Martha y María, una cena para Jesús (Jn 12:1,2)1.

Aunque Marcos y Mateo no indicaron el nombre de la mujer que se acercó a Jesús con el vaso de alabastro, Juan señaló que se llamaba María. Cabe recalcar que algunos comentaristas opinan que esta María no se debe confundir con la mujer pecadora que empapó con sus lágrimas los pies de Jesús (Lc 7:38) ni tampoco con María Magdalena. En cuanto al vaso de alabastro, se piensa que era el recipiente adecuado para 2guardar perfume por largo tiempo, y en algunos casos, solo se dejaba para ser abierto en momentos especiales. Este perfume de Nardo era bastante costoso, posiblemente importado desde la india y que aproximadamente representaba el salario anual de un trabajador común. Solo los ricos lo poseían. Por esta razón, algunos presentes se habían sentido ofendidos argumentando que se debió haber vendido para usar las ganancias en actos de caridad (Mr 14:5). No obstante, la acción de esta mujer sobrepasó la perspectiva de aquellos y finalmente Jesús resaltó aquella obra de bondad (Mr 14:6).

La costumbre de ungir la cabeza era solo para los invitados más importantes, pero el acto de esta mujer denotó su respeto, admiración y humildad.

1 Nuevo Comentario Bíblico Ilustrado, Vila Escuain, Editorial Clie, Pág. 1092.

2 Pablo Hoff, Se Hizo Hombre, Editorial Vida, Pag. 214.