Jesús ora en Getsemaní (Mt 26:36-46; Lc 22:39-46) 

Mr 14:37-42 “37 Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? 38 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. 39 Otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras. 40 Al volver, otra vez los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño; y no sabían qué responderle. 41 Vino la tercera vez, y les dijo: Dormid ya, y descansad. Basta, la hora ha venido; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores. 42 Levantaos, vamos; he aquí, se acerca el que me entrega”  

Luego de una hora (V.37) Jesús regresó y los encontró durmiendo. Pero Marcos enfatizó que solamente Pedro recibió la llamada de atención. Mateo también registró este mismo hecho (Mt 26:40). “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”. Estas palabras reflejaron el deseo de Jesús sobre la fortaleza que sus discípulos debían tener ante los próximos acontecimientos, pero los discípulos cargados de sueño no habían podido permanecer despiertos; estaban cansados, pero la instrucción de Jesús fue que velaran, así como un vigía vela por una ciudad (Mr 13:34-36)6.

La palabra “tentación” alude a “una prueba”. Lo que indica, en todo caso, que los discípulos debían estar alertas ante lo que enfrentarían. En el versículo 38, Jesús reconoció que la carne era débil; y esto es debido a nuestra naturaleza pecaminosa, aún y cuando el espíritu estuviera dispuesto. Pero, para evitar la tentación y fortalecernos en tiempos malos hemos de orar constantemente. En el versículo 39, Jesús regresó a orar “diciendo las mismas palabras” pero al volver encontró nuevamente a sus discípulos durmiendo, cargados de cansancio y sin palabras que responder. El cansancio los venció, y aunque tuvieron el deseo sincero de ayudar al maestro no soportaron la pesadez de la noche.

V.41. Por tercera ocasión Jesús regresó con sus discípulos y otra vez los encontró durmiendo, pero ahora en vez de llamarles la atención los trató de manera diferente: “dormid ya, y descansad”. La hora de ser traicionado por Judas y de ser “entregado en manos de los pecadores” había llegado. Jesús uso este término para referirse a los hombres que venían con Judas, quienes posiblemente también habían sido asignados por los lideres sacerdotales.

Para meditar: En el versículo 37 Jesús se dirigió solamente a Pedro para reprocharle por no haber permanecido despierto. Al parecer Jesús estaba más preocupado por Pedro que por el resto de los discípulos. En cierta ocasión, un entrenador de Volibol en la escuela secundaria llamaba la atención a uno de sus jugadores de manera constante. Cada día que pasaba recibía una corrección y no había un solo entrenamiento donde no recibiera algún reclamo o regañó. Parecía que era un mal jugador, y por eso se ganaba las reprimendas del entrenador, aun y cuando los demás jugadores también cometían los mismos errores, pero con menos reclamos.Cuando aquel joven confrontó a su entrenador por tener esa actitud hacia él, el entrenador lo miró seriamente y le dijo –tengo un plan para ti, necesito un capitán para el mejor equipo de nuestra institución, pero necesito un capitán que sea capaz de resistir la presión, las exigencias y la disciplina que se requieren para ser un campeón, pero puedes quedarte en la banca si tu gustas. Finalmente, el joven comprendió que el alto costo de su preparación tenía un misterio, y también supo de antemano que el acercamiento personal, duro y exigente de su entrenador lo hacía apto para un propósito más importante que sus prácticas; sin embargo, él debía formar su carácter a través de duras pruebas. Igual con Pedro, Jesús trato con él y se esmeró aún bajo tales circunstancias. El maestro tenía un propósito para Pedro. Anteriormente, Jesús le había dicho que el diablo lo iba a zarandear (Lc 22:31,32) pero también le aseguró que había rogado por él. Finalmente, Pedro llego a ser la voz de los discípulos, predicó la palabra con poder e impulso el evangelio junto a Juan, pero no sin antes haber sido moldeado por Cristo, su maestro y mentor personal.

6 Craig S. Keener, Comentario del Contexto Cultural, Editorial Mundo Hispano.