Jesús es sentenciado a muerte, Marcos 15:6-20 (Mt 27:15-31; Lc 23:13-25; Jn 18:38-19:16) 

Mr 15:15 “Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado” 

Algunos comentaristas opinan que Pilato quiso agradar al pueblo por miedo, o trató de evitar alguna revuelta por parte de los judíos que afectara su administración. Lo cierto es que, ante la insistencia del pueblo, Pilato soltó a Barrabas y entrego a Jesús para ser crucificado.

Al parecer entre la espada y la pared, Pilato se debatió intensamente entre aplicar la justicia a pesar de las consecuencias, o darle gusto al pueblo a pesar de ser injusto. Finalmente, el gobernador se rebajó a complacer la necedad injusta de la multitud, reflejando un carácter débil y complaciente a pesar de estar convencido de que Jesús era inocente; o como lo dijo el comentarista Pablo Hoff “le falto el valor necesario para obedecer a sus convicciones”.2

Para meditar: Hacer lo bueno cuesta. La integridad tiene su precio, pero bien vale la pena hacer lo correcto. José, el mayordomo de Potifar salió corriendo de la tentación antes que pecar contra Dios (Gn 39:8-23); la esposa de Potifar lo acusó injustamente mintiendo sobre un intento de abuso, y aunque fue encarcelado por un tiempo, finalmente la gracia de Dios lo llevó a convertirse en el gobernador de la ciudad, que dicho sea de paso, fue la nación más poderosa en ese tiempo.

2 Pablo Hoff, Se hizo hombre, Editorial Vida, Pág. 260.