Los que pasaban atentaron contra la dignidad del maestro, con insultos y “meneando la cabeza” le reclamaron a Jesús pruebas de su poder a través del sarcasmo. Demandas que luego fueron apoyadas por los mismos sacerdotes (vv.31). Esperaban ver milagros, pero no lo consiguieron, puesto que si Cristo se hubiera bajado de la cruz entonces toda la humanidad hubiera sido condenada, el plan de Dios hubiera fracasado y el pecado nunca hubiera sido expiado.
Las demandas de aquellos hombres eran plenas burlas, haciendo mofa de las declaraciones previas de Jesús: “Si puedes reedificar el templo en tres días, entonces puedes salvarte” “Si eres el Rey de Israel, entonces puedes descender”. El Señor permaneció en la “condición de hombre… haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil 2:8).”… para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo” (Heb 2:14b)