El endemoniado Gadareno, Mr 5:1-20 (Mt 8.28-34; Lc 8.26-39) 

Mr 5:18-19 “Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él. 19Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido Misericordia de ti”.

Jesús prosiguió su camino. Ante la actitud de la multitud era necesario seguir proclamando el mensaje del evangelio, a pesar de la indiferencia de esas personas. Jamás sabremos todas las maravillas que pudo haber hecho en ese lugar. Cuántas cosas está dispuesto él a hacer por el ser humano, pero si se le rechaza voluntariamente nada queda para recibir.

En cambio, el corazón agradecido del hombre liberado del demonio deseaba seguir a Jesús como un discípulo más. La gratitud es una virtud que nos lleva a querer seguir a nuestro bienhechor, sin embargo, podemos observar con atención que Jesús no se lo permite, en cambio le da ciertas instrucciones que debería seguir:

Vete a tu casa. Es el lugar más íntimo en donde debemos practicar con devoción una vida transformada por el poder de Dios, es allí donde se conoce el verdadero carácter de la persona. A los tuyos. Esto abarca a familiares y amigos que necesitan conocer lo que Dios ha hecho. Y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo. La forma más efectiva de atraer a las personas a los pies de Cristo es mostrarles el amor de Dios y lo que él ha hecho en nosotros.

Y cómo ha tenido misericordia de ti. Es esencial meditar en el impacto que produce una vida que ha recibido misericordia de parte de Dios. Hoy en día necesitamos mostrar compasión con nuestros semejantes, y esto no se hace únicamente por medio de palabras, sino con hechos. Jesús deja un claro ejemplo de ello en Mateo 9:35,36: “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor”.