El endemoniado Gadareno, Mr 5:1-20 (Mt 8.28-34; Lc 8.26-39) 

Mr 5:3-5 “Que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas. 4 Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, desmenuzando los grillos; y nadie le podía dominar. 5 Y siempre, de día y de noche, andaba, dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras”. 

Para meditar: No se puede determinar con exactitud, cuáles fueron las causas por las que este pobre hombre fue poseído por este espíritu maligno. Hoy en día sigue habiendo personas poseídas y todavía es responsabilidad de la iglesia dar una respuesta a esta necesidad. Para esto debemos cumplir con una vida de oración y ayuno.

Los lugares por donde vagaba este personaje eran inmundos y no apropiados para un ser humano. El demonio que lo dominaba tenía una fuerza tan descomunal e inigualable que los intentos por controlarlo fracasaban. El texto menciona que se le había atado con cadenas, pero su fuerza era tal que las había roto. Nadie deseaba pasar por aquel lugar donde temor y angustia eran experimentados. Tratado como animal o criminal, aquel desvalido sufría constantemente de graves ataques de las fuerzas demoniacas que lo impulsaban a dar gritos desesperados. Sufría su alma y también su débil cuerpo.