Jesús se dirigió a esta mujer sanada en aquel instante con unas bellas palabras: “Hija” restituyendo con esto su autoestima después de haber sido aislada y rechazada por tantos años, y le recuerda que ella sigue siendo parte de la gran familia de Dios. “Tu fe te ha hecho salva”. No sólo le regaló sanidad sino también salvación. Y por último le dio una espléndida despedida: “Vé en paz” A partir de este momento comenzaría una nueva etapa en su vida, podía marcharse con la tranquilidad de que el sufrimiento había sido eliminado de una vez y para siempre gracias a su encuentro con el Maestro. Seguramente estas palabras referidas a ella con tanto amor quedaron guardadas en su mente y corazón durante toda su vida.