Los endechadores menospreciaron las palabras que Jesús había pronunciado burlándose de él. (en ocasiones se usaban “endechadores profesionales”, personas que lloraban en los funerales por una paga). La actitud de ellos no detuvo al Señor, quien mostró una autoridad inigualable al sacarlos de aquella vivienda. Sólo entraron los padres y los discípulos cercanos a él, y fueron hasta donde estaba postrada la pequeña.