Jesús anuncia su muerte, Marcos 8:31-9:1 (Mt 16:21-28; Lc 9:22-27) 

Mr 8:34-38 "Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles." 

El discurso de Jesús comienza con una condicionante: si alguno quiere venir en pos de mí (34), ¿quién iba a querer seguir a Jesús? Multitudes ya le estaban siguiendo desde hace tiempo atrás, pero no se refería a esa forma, ahora implicaba un compromiso de parte del hombre hacia el Mesías. Tres condicionantes para los seguidores se estaban mencionando: (1) niéguese a sí mismo, (2) tome su cruz y (3) sígame. Jesús demanda esto a las personas que lo escuchan, pero sin duda alguna tal orden no se puede lograr con las fuerzas y determinación humana, por lo que se necesita forzosamente la intervención del Espíritu de Cristo en la vida del creyente, la cual inicia en el momento del nuevo nacimiento o salvación que ocurre por medio del padecimiento del Mesías en la cruz, pero que incluye la necesaria regeneración que, según la plática que Jesús tuvo con Nicodemo, sucede mediante la intervención del Espíritu (Jn 3:3,5).

Negarse a sí mismo es una labor donde erradicamos el yo de la vida. Jesús, llevado por el Espíritu al desierto (Lc 4:1) al inicio de su ministerio, renunció a sí mismo para dar lugar a la voluntad de Dios y su obra perfecta para salvación. Tomar la cruz trae al pensamiento de cuando los penitentes sentenciados a muerte forzosamente debían tomar su cruz; pero ahora Jesús dice que la cruz se debe tomar por voluntad propia. ¡Qué tarea tan difícil de realizar si no está el Espíritu Santo en nuestra vida! Seguir a Jesús se puede hacer de muchas maneras: sin compromiso como las multitudes, o para tentarle como los fariseos, pero una verdadera integración al discipulado es a través del Espíritu (1 Co 12:13,14). ¡Cuán importante es el Espíritu Santo en el caminar a la vida eterna!

Jesús da tres razones para explicar su declaración: la primera en el versículo 35, Porque todo el que quiera salvar su vida la perderá, y todo aquel que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará; la segunda razón está en el versículo 36 y 37: Porque ¿qué aprovechará el hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?; y la tercera razón para ser seguidores de Jesús está en el versículo 38 que dice: Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

La primera razón tiene su sentido en el objetivo del corazón, ¿es humano o espiritual?, si es humano se va a preocupar por su vida terrenal, pero perderá la vida eterna que sólo se encuentra a través de Cristo y su evangelio. Marcos utiliza la palabra evangelio, dándole la importancia al mensaje eterno de salvación. La segunda razón lleva al auditorio a pensar en los objetivos de la vida. Las riquezas para el bienestar material son vanas y no logran los asuntos eternos, ninguna riqueza terrenal tiene trascendencia en la vida eterna, todo se quedará aquí y nada se llevará después de la muerte o de aquel día. La tercera razón está en el asunto del reconocimiento y confesión pública de quién es Jesús. La confesión ante la gente que nos ve y escucha sí tiene valor en lo espiritual, y trasciende hasta el momento en que Jesús sea manifestado en gloria. No solamente es la confesión, sino el compromiso, actitud y acciones que conlleva la declaración, la cual debe ser ante los adúlteros y pecadores; es decir, manifestar un testimonio verbal y conductual congruente.

Jesús, motivado por la acción de Pedro, deja en claro los padecimientos que como Mesías debía cargar, pero añade que sus seguidores también han de practicar un evangelio sufriente si es necesario, pero que lleva a la vida eterna.

Nota doctrinal: El evangelio de Cristo no es siempre prosperidad, ayuda y bendición. El verdadero evangelio de salvación puede incluir padecimientos aún hasta la muerte si es necesario. Esteban, el primer mártir (Hch. 7), dejó sembrada su vida por Cristo y por el evangelio. Los cristianos del primer siglo tenían esto bien grabado en su mente al morir en el coliseo y circos romanos con gran gozo y esperanza.

Jesús se había dirigido a los discípulos, pero ahora extiende su auditorio y añade a la gente que le rodeaba. La importancia de lo que iba a mencionar era de incumbencia para todos.