Jesús sana a un muchacho endemoniado, Mr 9: 14-29 

Mr 9:23-24 “Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad”.  

Jesús no se desanimó por la lentitud espiritual de sus discípulos. Se encargó de la situación inmediatamente. La lección para los protagonistas del drama era que ante el poder y misericordia del Señor, el hombre también necesitaba acercarse a Él con fe, para recibir respuesta a su necesidad.
Eentonces cara a cara con Jesús, el padre llorando, grito ¡Creo; ayuda mi incredulidad! ahora tenía la certeza de quien realmente le podía auxiliar, su fe también podría expresarse y lograr el milagro deseado.

Para meditar: En este escenario desgarrador, encontramos a un padre amante desesperado, rogando auxilio por su hijo enfermo; es de notarse que la madre no es mencionada. El Espíritu Santo, dentro de todos los milagros realizados por el Señor, quiso que éste relato fuera incluido en los santos evangelios. Ante la escena conmovedora encontramos una enseñanza que Dios quiere entregar a los padres de familia de todas las generaciones. De manera especial a muchos padres del continente latino americano, que por cultura, abandonan con facilidad a sus familias sin importar el destino de los hijos.