De los tres testigos azorados, Pedro impulsivamente tomó la iniciativa y sugirió levantar tres enramadas, como si los visitantes celestiales necesitaran refugios terrenales. Realmente no sabía qué decir, ya que los tres discípulos estaban estremecidos por lo que estaban presenciando, de ahí la torpe propuesta de Pedro. Además, estaban, o al menos habían estado, rendidos por el sueño (Lc. 9:32).