Mateo 15:13-14 “Pero respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada. Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo”.

“El pueblo de Dios puede ser considerado como un huerto bien regado (Is 58:11), como el campo o labranza de Dios (1 Co. 3:9) y como la viña de Jehová (Is. 5:7). Así el creyente con frecuencia es comparado a un árbol exuberante (Salmos 1:3; 92:12), y bajo toda esta figura se enfatiza el pensamiento sobre su crecimiento, que solo puede prosperar si es Dios quien lo ha plantado”.(Comentario al Nuevo Testamento, El Evangelio según San Mateo, W. Hendriksen)

“Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada”. Aquellos que no han sido plantados en el amor de Dios, serán arrancados. ¿A quién se refiere esta declaración? El contexto mismo señala que al fariseísmo, que como planta crece y se expande, pero sin haber sido plantado por Dios, sino más bien por los hombres.

La ceguera provocada por el orgullo hacía que los fariseos se sintieran justos, sin embargo, al enseñar a otros solo los estaban guiando a la ruina. La soberbia les imposibilita ver y conocer la verdad debido a que sus pensamientos y tradiciones oscurecían los pensamientos de ellos. Como consecuencia, el pueblo se había quedado ciego al ser encabezado por líderes sin visión. Las cargas que habían impuesto con la tradición también les impedían ver con claridad el conocimiento de Dios. Finalmente, la mayor responsabilidad recayó en ellos que se servían del pueblo en lugar de servir a Dios y al pueblo.