Muestra la gran importancia que tiene cada persona para su salvador y lo ilustra en esta parábola donde el pastor acude al rescate de aquella que se ha perdido, las ama a todas por igual pero en un momento dado alguna de ellas requiere de mayor atención: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” (Jn 10:11), tanto que dejara a las demás seguras en el redil, buscará a la descarriada, y la traerá alegre de regreso ya que por todas pagó el mismo precio.
Para Meditar: La parábola de la oveja perdida menciona la preocupación y cuidado del pastor que bien puede marcar un lineamiento para los pastores actuales, donde su trato con la congregación debe ser equilibrado sin menospreciar a nadie e incluso luchar hasta donde se pueda con la discriminación en cualquiera de sus expresiones, recordando siempre que cada alma es importante para el señor y algún día pedirá cuenta de cada una de ellas (He 3:17).