Ocho ayes contra los escribas y fariseos, Mt 23:13-36
Mateo 23:13  “Más ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando”.

Jesús con todo el valor y la autoridad que poseía, el martes de la semana que fue crucificado, se paró en medio del templo y denunció el error que cometían los escribas y fariseos, ocho veces aparece la expresión “¡Ay de vosotros!”, siete veces ¡hipócritas!, dos veces los llama “guías ciegos”, una vez se dirige a ellos como “¡Insensatos y ciegos!” Y otra como “¡Necios y ciegos!” una dirigida directamente a los fariseos “Fariseo ciego” y la última frase dirigida a todos “¡Serpientes generación de víboras!”. Frases nada amorosas y que tenían como finalidad hacerlos recapacitar de su mal proceder.

En el primer Ay señala su responsabilidad de guiar a Israel al encuentro con su Dios y fallaron. El mensaje de Jesús era “el reino de los cielos se ha acercado” era y sigue siendo un mensaje de salvación y de vida eterna por la fe, con un llamado personal a seguir a Jesús.

Su orgullo era tan grande que no podían aceptar que la entrada al reino de Dios fuera solo por fe, ¡no podía ser tan sencillo! Conocedores de la Escritura omitieron “más el justo por su fe vivirá” (Hab. 2:4), y dejaron pasar también “todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia” (Is. 64:6), creyendo que por sus obras de justicia alcanzarían la promesa de Dios.

Grande fue su pecado al apartar a otros del camino que lleva a la vida eterna, oponiéndose al plan de Dios cuando envió a su Hijo para salvar lo que se había perdido. Cuando alguien se acercaba a Jesús decían “¿También vosotros habéis sido engañados?  ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos?”. (Jn. 7:47-48)

Nota de Carácter ético: Existen personas que adoptan una posición atea, argumentando contra todo lo que tenga que ver con Dios, por lo que se ubican entre los pecadores, porque la luz de Dios no les ha alumbrado. Sin embargo, mayor pecado cometen aquellos que se dicen creyentes, pero acuden a la iglesia solo para murmurar, para quejarse de todo, sin cuidarse de ser escuchados por quienes desean crecer espiritualmente, desanimándolos con lo que dicen y hacen. Ellos siempre están buscando “motivaciones ocultas” en la vida de quienes sirven sinceramente. No crecen ni dejan que otros crezcan. Cuidemos la iglesia de esos lobos que se visten de piedad.