Ocho ayes contra los escribas y fariseos, Mt 23:13-36
Mateo 23:15  “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros”.

Con relación a hacer prosélitos, es decir, adeptos del judaísmo entre los gentiles, no es extraño en la Escritura. De hecho, eran bien recibidos. Éxodo 20:48, les permitía celebrar la pascua a condición de que se circuncidaran. Éxodo 20:10 establece que guardarán el día de reposo todos aquellos extranjeros que habitaran en sus ciudades. Normalmente estos vivían apegados a la moral y costumbres de los judíos, aunque no se circuncidaban ni practicaban todo el ritual judío. Probablemente Cornelio, el centurión romano, pertenecía a este grupo. Eran tenidos por devotos y temerosos de Dios (Hechos 13:16, 18:17).

También había gentiles que se convertían al judaísmo, es decir, se circuncidaban y participaban de todo el ritual como judíos. Sin embargo, los fariseos más ortodoxos los tenían en menos, ellos presumían ser nacidos judíos y circuncidados al octavo día (Fil. 3:5).

Cuando se dedicó el templo por Salomón, quedó abierto también para los extranjeros “Asimismo el extranjero…que viniere de lejanas tierras a causa de tu Nombre… y viniere a orar a esta casa, tú oirás en los cielos… y harás conforme a todo aquello por lo cual el extranjero hubiere clamado a ti, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu Nombre y te teman...” (1 Re. 8:41-43) Dios escogió a Israel para ser bendición para las naciones al darles a conocer al único y verdadero Dios.

El reclamo de Jesús en cuanto a hacer prosélitos no es por oponerse a que el Dios de Israel sea conocido entre los pueblos, sino al hecho que los fariseos no buscaban discípulos que siguieran a Dios, sino a ellos mismos, y estos llegaban a ser doblemente perversos, pues a su condición moral pagana añadían la farisea.

Para Meditar: Este aspecto del espíritu fariseo también se manifiesta en nuestros tiempos y causa estragos en la iglesia del Señor, cuando se levantan personas que, aprovechándose de la buena fe de los creyentes, usan su liderazgo para beneficio personal, propagan doctrinas y tradiciones de hombres, causando divisiones en el cuerpo de Cristo. A estos también aplica el “Ay” de Jesús.