Ocho ayes contra los escribas y fariseos, Mt 23:13-36
Mateo 23:23-24  "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino,  y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.  ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!”

Esta cuestión también se refiere a la vida de apariencia llevada al extremo por los fariseos. La Ley estableció diezmar de la tierra y su simiente, así como del fruto de los árboles (Lv. 27:30), también del grano de la cosecha (Dt. 14:22) Es decir, había obligación de diezmar de todo aquello que al producir fruto se multiplicara, de manera que el diezmo es un acto mediante el cual mostramos que dependemos de Dios, y como Él nos muestra su provisión y bondad.

Los fariseos exageraban su piedad diezmando de la menta, eneldo y el comino, plantas aromáticas insignificantes que crecían en los márgenes de los caminos sin que nadie las plantara, no se cultivaban. Vemos su legalismo en su máxima expresión. Aun con eso, el problema no radicaba en el hecho de que buscaran no dejar por fuera nada de aquello que pudiera estar incluido en el mandamiento, sino que al fijarse en lo insignificante descuidaban lo principal.

Nuevamente quienes, se supone, conocían la Ley fallaron en interpretarla, no comprendieron que el diezmo no era la medida de la justicia que Dios pide. Dios solo demanda hacer justicia (Miq.6:8), los fariseos exhibían su justicia diezmando de todo a la vista de todos. Su legalismo denota su falta de fe en Dios, que se traduce en la práctica de un estilo de vida de fidelidad en todos los aspectos. La fe nos vincula con Dios y se expresa en nuestra obediencia y entrega incondicional a Él. Quien tiene fe y es fiel, también es humilde delante de Dios, y ellos no lo eran. Era más grande su deseo de vanagloria.